martes, 21 de octubre de 2014

Alt-J: This is all yours (2014)

El retorno de los británicos Alt-J ha sido sin duda uno de los acontecimientos musicales del año. El antiguo cuarteto, ahora convertido en trío tras la marcha del bajista y guitarrista Gwil Sainsbury, fue una de las propuestas más personales y entonadas del año 2012, tal y como reseñé entonces en este mismo blog. Su tremenda repercusión a nivel de crítica, unida a una cantidad considerable de concierto que han dado desde entonces, ha ido aumentando gradualmente su notoriedad comercial. Y justo cuando ésta ha alcanzado su punto más alto, han publicado su segundo álbum. Un ejercicio que les engrandece en estos tiempos de artistas que, por las razones que sean, dejan transcurrir demasiados años entre su primer y segundo álbum, perdiendo el tirón mediático tan necesario para que su carrera musical no sea flor de un día.

Ante esta "premura" en la publicación de "This is all yours", el melómano podría preguntarse si lo han trabajado suficientemente o si por el contrario han publicado la primera colección de canciones que han creado para mantenerse "en la onda". Nuevamente en esto se distinguen de lo habitual, pues su segundo álbum es si cabe más elaborado y personal que "An awesome wave". "This is all yours" es un disco en el que, a pesar de la marcha de Sainsbury, las canciones siguen teniendo esa personalidad tan acusada y ellos ese talento a la hora de interpretarlas, en parte posiblemente gracias a que Charlie Andrew repite como productor. Y en el que, sin embargo, no optan por la vía fácil de la repetición, sino que expanden esa personalidad a otros géneros a los que hasta ahora no se habían arrimado, lo que hace de este segundo trabajo una entrega superior a su ya de por sí brillante álbum de debut. Aunque como es habitual requieren disposición y paciencia para ir descubriendo cada tema en sucesivas escuchas. Y siguen incidiendo en dos defectos que les restan cercanía con el mundo mainstream: la escasa vocalización de Joe Newman (si no tienen los textos a mano les resultará prácticamente imposible entender algún tema de principio a fin), y la manía de mezclar la siempre elaborada parte vocal demasiado baja: en su afán de que sea sólo un instrumento o un conjunto de instrumentos más, en ocasiones hay que subir el volumen hasta niveles perjudiciales para el oído si queremos escuchar medianamente dicha parte vocal. Un defecto, por cierto, que en directo queda subsanado, porque uno de los puntos fuertes de la banda son sus armonías vocales.

Copiando a su predecesor, el álbum se abre con una nueva "Intro" (mismo título que aquél, aunque nuevamente no se trata de una mera introducción sino un tema de casi cinco minutos) y que cumple con la virtud de trasladarnos desde el primer momento a su particular universo: unas extenuantes armonías vocales que conforme va modificándose la progresión armónica se van enriqueciendo con diversos instrumentos y, cuando ya pensamos que se acerca el final, dan paso a una distorsionadísima parte cantada. Le sigue "Arrival in Nara", que es el primero de los tres temas que intenta darle un toque conceptual al disco (Nara es una ciudad de Japón a la que le dedicarán otros dos temas): dos minutos introspectivos sobre un precioso arpegio de piano, que inusitadamente dan paso a la voz de Newman sobre un acertado violin sintetizado y una guitarra steel, en un ejercicio de minimalismo muy por encima del que, por ejemplo, suelen alcanzar The XX. "Nara", el tercer corte, ya les sitúa en la ciudad japonesa, y ello les sugiere un nuevo tema lento, con un comienzo tétrico y un tono general ominoso, en el que juegan con su particular estilo a añadir o quitar instrumentos en cada fraseo, además de juntar trozos aparentemente imposibles, o instrumentos en desusos como un xilófono.

Y si los tres primeros temas son ya francamente meritorios, "Every other freckle" se convierte automáticamente en uno de sus clásicos: a pesar de su desconcertante comienzo es bastante más directo que los anteriores (por eso es el tercer sencillo del álbum), con una sensualidad soul hasta ahora desconocida en ellos y condensa en menos de cuatro minutos una de serie de partes y armonías vocales inverosímiles, que rematan con un precioso solo de sintetizador. "Left hand free", siguiente tema y segundo sencillo, les arrima al blues del siglo XXI, conjugando percusiones imposibles con vientos sintetizados y aires jamaicanos, en un tema con mucha calidad aunque en mi opinión un escalón inferior al anterior. Tras el interludio bucólico (y prescindible) de "Garden of England", la difícil y de lento desarrollo "Choice Kingdom" evidencia que también hay composiciones menores en el disco. Aunque afortunadamente el álbum remonta el vuelo rápidamente con "Hunger of the pine", primer sencillo del disco. Un tema que les acerca al trip-hop de los Massive Attack más tenebrosos, con una fantástica atmósfera envolvente que desemboca en un sampling vocal de... Miley Cyrus (todo un guiño a contracorriente). Entonces la percusión crece de manera espectacular, al tiempo que una melodía elegantísima de voces que se cruzan es realzada por una inspirada interpretación instrumental. Un clásico incontestable.

El noveno corte, "Warm Foothills", uno de los temas que anticiparon en concierto ya en 2013, resulta claramente inferior a los anteriores por su folk escasamente novedoso, más allá de la origial interpretación de cada verso por un cantante diferente (además de Newman, puede escucharse por ejemplo a Conor Oberst (Bright Eyes) o Lianne La Havas). "The gospel of John Hurt", aunque demasiado larga, vuelve al nivel de sus tres primeros cortes, con su personalísimo estilo, que desemboca hacia la mitad del tema en pura energía rockera contenida, ahora sí con reminiscencias gospel. "Pusher", undécimo corte, es el tema en el que más cargante resulta la forma de cantar de Newman, bajando excesivamente el timbre entre notas, y también la peor composición del álbum, que pone claramente de manifiesto lo anodinos que se vuelven Alt-J cuando se quedan en un sonido meramente acústico, como de demo.

Afortunadamente el álbum aún reserva un tercer temazo: "Bloodflood pt.II", supuesta continuación de aquel excelente "Bloodflood" de su álbum de debut, es otro tema arrastrado de atmósfera desasosegante que recuerda musicalmente a los primeros Portishead. Y en el que realizan una nueva exhibición a la hora de yuxtaponer progresiones armónicas en una montaña rusa creativa siempre cambiante (es imposible reconocer partes que se repitan mínimamente). Tras él, "Leaving Nara" es un tema muy cortito, que cierra el círculo conceptual con unos bajos sintetizados absolutamente distorsionados y un juego de voces que resume muy bien el espíritu del disco. Aunque si tenemos la paciencia suficiente nos encontraremos oculta una meritoria versión del "Lovely day" del injustamente infravalorado Bill Withers, la cual llevan a su terreno mediante sus continuos juegos instrumentales con una naturalidad pasmosa.

Como ya expuse al reseñar su debut hace un par de años, vuelvo a tener la sensación de que la etiqueta de "álbum del año" le queda un poco grande: aunque se trata de un gran disco y con un plus de personalidad sobre, por ejemplo, el "Evil friends" de Portugal. The Man (para mí el mejor álbum en lo que llevamos de década), le sobran tres o cuatro temas y le falta algo más de la versatilidad que tenía aquél. Pero no deja de ser un incuestionable acto de autoafirmación, indemne a la marcha de Sainsbury, ajeno a la expectativa que se había creado en torno a ellos y con la suficiente inteligencia a la hora de elegir los sencillos como para enganchar por el camino a un montón inesperado de aficionados. Circunstancia que queda probada por el hecho de que un disco tan distinto a todo lo demás, tan alejado de las pistas de baile, y tan recitente al uso del patrón universal estrofa-estribillo-estrofa-estribillo-puente-estribillo, haya llegado hace unas fechas al número uno en su país. Una circunstancia que ojalá se repita en el resto del planeta pop, que tanto necesita de originalidad y talento interpretativo frente a más y más propuestas prefabricadas. Bravo, chicos, seguid así, el mundo es vuestro.

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